Cuando se fue Carlos (el niño indígena), se dieron cuenta de que estaba anocheciendo y por lo tanto, todos los pasajeros se pusieron a cenar y después se fueron a dormir. A media noche, mientras todos dormían se empezaron a escuchar unos aullidos. Iker y Samanta se despertaron y salieron del bunquer para ver de donde provenian esos aullidos. Se dieron cuenta, de que fuera, a unos metros de ellos, se encontraba un lobo aullando, parecía que estaba perdido y que mediante los aullidos intentaba localizar al resto de la manada.
Los dos se hicieron la misma pregunta: ¿Cómo es posible que en esta isla haya lobos? De repente, la manada de lobos apareció en busca del lobo que estaba perdido y los niños se asustaron tanto que entraron al bunquer gritando ¡Lobos! ¡Lobos! ¡Lobos! Todo el mundo se despertó y salieron a ver cuantos lobos habían. Cuando salieron del bunquer los lobos ya no estaban y los que estaban era los indígenas, que los habian ayudado a espantar a la manada de lobos.
Los dos grupos (pasajeros e indígenas) quedaron confusos de como podía en esa isla desierta existir una manada de lobos y decidieron salir a la mañana siguiente en busca de ellos para ver si eran peligrosos. A Samanta se le ocurrió la idea de que podrían intentar capturarlos para adiestrarlos y que los protegieran ante los problemas que pudieran venir en el futuro. Ambos grupos dieron el visto bueno a la idea de Samanta.
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