La loba había parido a sus cachorritos y todos se alegraron mucho. Iker, Samanta, y Carlos vieron que había parido tres cachorritos, justo los mismos que ellos que eran tres niños, Samanta decidió ponerle Kika, Iker llamarlo Bravo y Carlos llamarlo Trueno.
Por la tarde, escucharon muchos aullidos que provenían de unas hierbas altas, los niños fueron a mirar en los matorrales pero cuando llegaron ya se había ido los lobos. Por lo tanto, fueron tras los lobos para ver que les ocurría, cuando los alcanzaron se dieron cuenta de que llevaba algo la mama loba en la boca, eran sus cachorritos que se los llevaba a una cueva, para protegerlos.
¿Os preguntaréis protegerlos
de qué? Pues, en el horizonte Iker vio un ciervo y pensó un plan,
“vamos a hacer ruido para atraer el ciervo y que la mama loba (Mía)
lo atrape” ya que para ellos era una presa difícil de cazar por si
solos. Y así fue, como Mía dejó sus cachorritos en una cueva para protegerlos y salió corriendo con los niños tras el ciervo para cazarlo.
Cuando lo cazaron decidieron volver a la cueva donde la mama loba (Mía) había dejado a sus cachorritos. Por el camino mientras cargaban con el ciervo, Carlos se encontró un palo muy largo y grueso, decidió llevárselo a Mía y a los cachorritos para que jugaran con él. Cuando llevaban una hora andando hacía la cueva todos los niños decidieron parar a comer, se sentaron en un tronco que estaba en el suelo, pasado un rato empezaba a anochecer y Samanta dijo: "deberíamos darnos prisa para llegar a la cueva y luego ir al bunker", sin embargo, Iker quería seguir explorando. Samanta y Carlos decidieron volver y dejar a Iker solo, ya que el quería explorar y no quería volver todavía.
De repente, mientras Iker exploraba escuchó unos aullidos y se dirigió hacia donde provenían. Iker tuvo que atravesar unos matorrales y cual fue su sorpresa, había encontrado una manada de lobos, los lobos empezaron a acorralarlo. Iker vio como todos los lobos eran grises, menos uno, que era de color negro, y pensó que era el lobo Alfa, es decir, el lobo que mandaba. Alfa se acercaba cada vez más y más a Iker hasta que Iker recordó que tenía el palo que había encontrado Carlos y le dio un golpe para poder escapar de él.
En la lejanía Samanta y Carlos escucharon las voces de Iker pidiendo ¡¡¡socorro!!! Aunque no estaban contentos con la idea que había tenido Iker de irse solo, decidieron ir a ayudarlo. Por el camino, Samanta y Carlos se orientaron por las huellas de Iker, que junto a los gritos hicieron posible que los tres niños pudieran reencontrarse. Carlos y Samanta le preguntaron que había pasado, sin embargo, Iker respondió: "no hay tiempo para explicaciones debemos correr, lo contaré todo cuando lleguemos al bunker".
Esa misma noche, mientras dormían en el bunker, los lobos habían conseguido seguir el rastro de los tres niños y habían llegado al bunker. Los pasajeros cuando salieron del bunker por la mañana decían: "Es una emboscada". Samanta dijo: "Deben estar cabreados porque tenemos a Mía y sus cachorritos", Unco (el padre indígena de Carlos) dijo: "será mejor que les entreguemos a Mía y sus cachorros, así posiblemente nos dejen". Y así fue, como el problema de la emboscada se solucionó y los pasajeros pudieron seguir con su día a día en el bunker.
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