Tras unas horas muy duras y agotadoras construyendo las cabañas, terminaron y habían conseguido crear un asentamiento donde poder pasar las noches. David propuso en voz alta llamar el asentamiento Arcadia y Samanta llamarlo Weather. Los dos nombres le parecían bien al resto de pasajeros del avión, aunque debían quedarse con un nombre, por lo tanto llevaron a cabo una votación democrática y finalmente salió Arcadia.
Llegó la noche y con ella, Samanta, Iker, Paula y David se fueron a dormir sobre las camas de hojas que habían construido. Las dos niñas durmieron con sus dos peluches, Samanta con Aladín y Paula con su mono (Kiko). La noche transcurría de forma tranquilidad y todo el mundo estaba descansando tras ese primer día agotador en la isla, aunque en un momento determinado sonó una alarma y todos los pasajeros empezaron a despertarse poco a poco y sobresaltados.
¡No sabían que estaba ocurriendo! Nadie entendía como en una isla desconocida podía sonar una alarma, hasta que un anciano llamado Leopoldo grito: No estamos solos, mirar en el mar.
Todos miraron al mar y vieron cómo iban saliendo unas personas a medida que iban llegando a la orilla. Eran unas personas con unos atuendos como si de indígenas se trataran, tenían la cara pintada de color blanco y por el cuerpo tenían unas líneas de color negro, habían conseguido bucear gracias a unas cañas de bambú que se habían fabricado.
Todos los pasajeros del avión entraron en una situación de nerviosismo y cogieron sus cosas de sus cabañas, el anciano Leopoldo gritó: Corred había el bosque, no paréis, debemos encontrar un refugio donde protegernos de los indígenas.
Así fue como todos los habitantes de Arcadia en mitad de la noche salieron corriendo bosque a dentro sin parar, sin tener respuestas de quienes eran esas personas, ni lo que querían de ellos. Corrieron y corrieron hasta que al final de un sendero se veían unas cuevas.
muy chulo
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