A la mañana siguiente, la familia de Iker y la familia de Samanta se despertaron muy temprano para coger el coche e ir hasta el aeropuerto. Cuando llegaron, dejaron los coches en el parquin y se fueron para la zona del aeropuerto donde embarcaban. Iker intentaba tranquilizar a Samanta antes de subir al avión. Por fin llegó el momento y el avión despegó bien. Aunque Iker seguía en el avión dándole ánimos a su prima Samanta para que no tuviera miedo. De repente, se escuchó un sonido muy fuerte y al avión se le rompió un ala, el avión empezó a caer lentamente. Por fortuna el avión calló en el mar y a nadie le ocurrió nada. Todos los pasajeros del avión y las familias estaban en el agua flotando sin saber que hacer, hasta que a Iker se le ocurrió ir nadando hasta una isla que se veía en el horizonte. Todos los pasajeros estaban de acuerdo menos Samanta que lloraba desconsoladamente y decía que no sabía nadar. Entonces, Iker le dio su chaleco a su prima Samanta ya que el sí sabía nadar.
Así que, sin esperar más tiempo, empezaron todos a nadar hasta la isla que se veía en el horizonte, entre todos los pasajeros se ayudaban cuando alguien se cansaba. Cuando llegaron Samanta empezó a llorar porque se habían perdido en una isla desconocida, Iker intentó tranquilizarla pero no sirvió, en unos minutos Samanta paró de llorar porque se dio cuenta que tenía al lado su peluche favorito (Aladín). Sin embargo, todos los pasajeros del avión estaban asustados porque no sabían donde estaban, si vivía alguien en esa isla desconocida o si habría algún monstruo.
De repente, alguien gritó ¡¡¡Socorro!!! ¿Qué comeremos? ¿Dónde viviremos?
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